- text
- pictures
- Charlie Billingham
La producción artística de Charlie Billingham se basa en la caricatura social y política inglesa de la época georgiana tardía y los tiempos de la Regencia (1780s – 1830s) cuando las innovaciones tecnológicas en el grabado y la litografía permitieron la amplia distribución de imágenes alrededor del mundo. El artista toma este material gráfico de archivo y lo actualiza a través de la pintura, así la imagen pasa de la reproducción mecánica de antaño a la reproducción manual contemporánea explicitando la relación dialéctica que la producción industrial ha tenido con el trabajo manual y artesanal a lo largo de la modernidad. En este rescate de archivo, Billingham encuadra y recorta elementos, personajes and circunstancias específicas de las caricaturas o litografías liberándolas de su contexto original de manera lúdica y sardónica. Este uso del encuadre y la edición nos remite a otras artes modernas, como la fotografía y el cine, y su propia problematización de la reproducción mecánica.
La producción artística de Charlie Billingham (nacido en 1984) se basa en la caricatura social y política inglesa de la época georgiana tardía y los tiempos de la regencia (1780s – 1830s) cuando las innovaciones tecnológicas en el grabado y la litografía permitieron la amplia distribución de imágenes alrededor del mundo. El artista toma este material gráfico de archivo y lo actualiza a través de la pintura así la imagen pasa de la reproducción mecánica de antaño a la reproducción manual contemporánea explicitando la relación dialéctica que la producción industrial ha tenido con el trabajo manual y artesanal a lo largo de la modernidad. En este rescate de archivo, Billingham encuadra y recorta elementos, personajes o circunstancias especificas de las caricaturas o litografías liberándolas de su contexto original de manera lúdica y sardónica. Este uso del encuadre y la edición nos remite a otras artes modernas, como la fotografía y el cine, y su propia problematización de la reproducción mecánica.
En ésta, su tercera exposición en el país y primera en la Ciudad de México, titulada Solitaire, el artista ha encuadrado figuras aisladas e individuos. La soledad de estos personajes se agudiza al presentarse sobre los dos murales centrales de la exposición creados in situ por el artista. El primer mural entreteje, a través de las salas, naipes impresos en los que aparecen los personajes comunes del juego, pero de manera única – y no a modo de espejo como es la costumbre – sobre un amplio fondo verde: la sugerencia de una gran partida de solitario se forma en la disposición azarosa de las cartas barajadas e impresas por el artista. El segundo presenta el motivo de un barco de vela del siglo XVIII repetido y sobrepuesto, creando la reverberación visual de un solitario navío que, en cada reproducción, deja ver el trazo mecánico, pero manualmente obtenido por el artista, quien estampa por secciones el dibujo en la pared. La estampa de la estampa.
El pendular entre el inicio de la época moderna y el presente libera en las obras de Billingham, por un lado, una reflexión sobre la condición de la modernidad: la reproducción y circulación cada vez mayor y más acelerada de imágenes así como la relativización del tiempo vital y el tiempo histórico, y, por el otro, la yuxtaposición de momentos históricos, imágenes y maneras de hacer, desnudando la sabiduría popular que entonces y ahora sostiene a la sátira y que remite siempre al cuerpo. Esta unión del cuerpo, el juego y el humor recorre desde los murales pompeyanos, las novelas de Rabelais y la caricatura política británica hasta el meme y el Tiktok contemporáneos.
Solitaire nos recuerda finalmente que en nuestra soledad contenemos la humanidad entera y rodeados de la humanidad entera estamos siempre solos. Esta paradoja, base de la condición humana, se olvida o se trasciende sólo a través del humor y del juego: uniéndonos a todos en una ecuménica partida de naipes.
Pablo Arredondo Vera