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  • Álvaro Urbano
  • Sara Ramo
Madrid, España
Rascando la superficie
11 jun 2020 - 7 ago 2020
Scratching the Surface. 11 June. 2019 - 31 July. 2019

Installation view.

Scratching the Surface. 11 June. 2019 - 31 July. 2019

Installation view.

Scratching the Surface. 11 June. 2019 - 31 July. 2019

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Scratching the Surface. 11 June. 2019 - 31 July. 2019

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Scratching the Surface. 11 June. 2019 - 31 July. 2019

Installation view.

Scratching the Surface. 11 June. 2019 - 31 July. 2019

SAMARA SCOTT, Untitled, 2019
Plexiglass, fabric softener, ink, pig- ment, plastic, oil, mirror, electrical cables, mixed media, 41 × 230 cm.

Scratching the Surface. 11 June. 2019 - 31 July. 2019

Installation view.

Scratching the Surface. 11 June. 2019 - 31 July. 2019

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Scratching the Surface. 11 June. 2019 - 31 July. 2019

ÁLVARO URBANO
Julia
2020
Metal and paint. 4 elements: 1 plant and 3 leaves

Scratching the Surface. 11 June. 2019 - 31 July. 2019

ÁLVARO URBANO, Reminders, 2020, Metal and paint. 11 Elements: 10 letters, one letter flap.

Scratching the Surface. 11 June. 2019 - 31 July. 2019

Installation view.

Scratching the Surface. 11 June. 2019 - 31 July. 2019

LUCÍA BAYÓN
Headrests (I,II)
2017
Enameled ceramic
27 x 15 x 15 cm
27 x 15 x 13 cm

Scratching the Surface. 11 June. 2019 - 31 July. 2019-cc39-443d-b043-5f7534d1d0b1

Installation view.

Scratching the Surface. 11 June. 2019 - 31 July. 2019

Installation view.

Scratching the Surface. 11 June. 2019 - 31 July. 2019

SARA RAMO, Para Marcela e as outras (restos), 2017, Mixed media.

Scratching the Surface. 11 June. 2019 - 31 July. 2019

SAMARA SCOTT, Not yet titled, 2018, Perspex, plastic, liquid pigment, glass, oil, shampoo, toilet duck, 61 x 42 x 3 cm.

Scratching the Surface. 11 June. 2019 - 31 July. 2019

Installation view.

Scratching the Surface. 11 June. 2019 - 31 July. 2019

TANIA PÉREZ CÓRDOVA, Paisaje VI, 2018, Aluminium, guitar string (fragment of a fence that was cast, melted and recast into its own mold)

Artistas: Vivian Suter, Tania Pérez Córdova, Álvaro Urbano, Samara Scott, Lucía Bayón, Sara Ramo y Korakrit Arunanondchai.

Comisarios: Luis Berenguer y Claudia Llanza

La superficie de la Tierra, también llamada “corteza terrestre”, está compuesta por minerales, principalmente oxígeno, silicio, aluminio, hierro, calcio y magnesio. Hoy en día también está cubierta por grandes cantidades de asfalto y desechos plásticos, considerados “nuevos minerales” por algunos geólogos, así como de una capa de carbono y una huella atómica, prácticamente imperceptibles a la vista, entre otras cosas. La superficie es también el resultado de su interacción con los seres vivos que la habitan. Presenta un mosaico de numerosos tipos de paisajes, que reflejan tanto el «ambiente natural» como la diversidad cultural de los humanos que coexisten en el mundo, en términos de agricultura, arquitectura, tecnología y sistemas de creencias. Sin embargo, los habitantes del mundo son criaturas y entidades de todo tipo, y todas sus historias contribuyen a formar nuestro presente.

Esta exposición nace de aplicar una mirada y metodología arqueológica al presente, del estudio de los objetos y seres que todavía operan y forman parte del conjunto de la superficie terrestre. La arqueología ha sido asociada sistemáticamente con una serie de conceptos: excavación, estratigrafía y la búsqueda de orígenes. Sin embargo, una tendencia recurrente en la arqueología contemporánea busca reorientar la disciplina mediante el estudio de la superficie, a través de un proceso de reunión y ensamblaje de los diferentes restos materiales, pertenecientes a humanos y no humanos, así como a diferentes períodos de tiempo. Esta visión rechaza el Antropoceno como término geológico que define nuestra era, el cual responsabiliza a todos los seres humanos por igual de las consecuencias específicas de la modernidad y el capitalismo.

El discurso curatorial de las obras se construye a partir de una expansión e hibridación de esta metodología arqueológica para pensar el presente como un estrato físico que contiene muchos presentes simultáneos y superpuestos, rechazando un discurso histórico único y lineal. Los artistas se asemejan a arqueólogos, encuentran objetos, moléculas, seres y lenguajes. Sacuden nuestra comprensión del presente, empujando lo invisible a la superficie. Emulando esta realidad heterogénea, las obras en el espacio expositivo componen un ecosistema fragmentado en el que percibimos un desorden de tiempos y objetos, recuerdos y materialidades. Estudiar la superficie implica reconocer la agencia de los humanos y no humanos, y su lugar como generadores de nuevos pasados ​​y futuros en el presente, una ficción capaz de plantear nuevas preguntas, cuestionar nuestro lugar en el mundo y crear oportunidades para unirnos y reescribir la Historia desde nuevas perspectivas.

Vivian Suter (Buenos Aires, 1949) invita activamente a los elementos que rodean su hogar y estudio en Panajachel, Guatemala, a su práctica artística, permitiendo que sus lienzos sin tratar absorban los rastros de fenómenos climáticos y volcánicos, de animales que pasan, de materia vegetal y tierra erosionada. Una jerarquía interrumpida que coloca a los componentes de su estudio a la misma altura que el mundo biológico.

Los sublimes collages alquímicos de Samara Scott (Londres, 1985) incluyen materiales orgánicos, manufacturados y digitales aplastados detrás de una pantalla de plexiglás. Nuestro ojo consumista se ve enseguida atraído por esta superficie colorida y brillante para descubrir una verdad sórdida, la probabilidad de que este conjunto tóxico se traduzca en nuestra capa estratigráfica sobre la Tierra.

Paisajes y Sincere/Non Sincere, los «fósiles contemporáneos» de Tania Pérez Córdova (Ciudad de México, 1979), son moldes de objetos domésticos rehechos en sí mismos. Presencian la vida que ocurre a su alrededor y, lentamente, casi como sugiriendo una sedimentación, dan pistas de vida humana, respondiendo a nuestro deseo de reconstruir la Historia.

Las piezas Stubborn y Headrests de Lucía Bayón (Madrid, 1994) están realizadas con barro, escayola, fibras vegetales, papel y algodón. Guardan la memoria de sus usos, de su transporte, dispersión y mercancía, sugiriendo narraciones posteriores que se manifiestan en estados intermedios, transitorios o precarios. Estos objetos replican pero no cumplen con las nociones de utilidad que parecen proponer.

El animismo, que propone otorgar una vida consciente y con alma a los objetos materiales, es algo recurrente en el trabajo de Álvaro Urbano (Madrid, 1983). Las esculturas Julia y Reminders, recreadas minuciosamente a partir de la realidad, parecen estar atrapadas en un momento de suspensión, en un sueño permanente. Jugando con la ficción y haciendo uso del humor, sus obras tienden a imitar lo absurdo y monótono de la vida urbana contemporánea.

La instalación Para Marcela y las otras (restos), de Sara Ramo (Madrid, 1975), está compuesta por casi ochenta esculturas de diferentes tamaños en forma de genitales. Son una mezcla de arcilla, cabello, uñas, purpurina, joyas y preservativos usados, recogidos a raíz de sus intercambios con las mujeres trans que habitan en su barrio de São Paulo. La observación de estos objetos, poéticos y violentos al mismo tiempo, desencadena pensamientos sobre supervivencia y transformación inherentes a la piel y al cuerpo humanos, lo que nos lleva a encontrarnos y reconocernos en el otro.

With History in a Room Filled with People with Funny Names 4 es parte de una serie de videos de Korakrit Arunanondchai (Bangkok, 1986) donde conviven múltiples civilizaciones, especies y futuros en un mismo planeta herido. El artista elige para la narración de este cuento la voz de un dron llamado Chantri, influido por un pensamiento transhumanista, que otorga inteligencia – tal vez incluso un alma – a los objetos cotidianos, borrando así los límites entre la ecología y la robótica, el amor y la muerte, la naturaleza y la cultura.