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- Milena Muzquiz
La exposición –Frequent Visitors– de Milena Muzquiz muestra obras que permiten un encuentro directo con el ingenio de Muzquiz y su relación con los relatos y recuerdos personales. Sus pinturas de mujeres rodeadas, o envueltas, por flores son recuerdos de lugares que rezuman nostalgia. Los espectadores son invitados a compartir las reminiscencias de un mundo semi imaginario, recordando su lugar de nacimiento en Tijuana y las vacaciones de su infancia. Las imágenes y los símbolos que utiliza la artista resultan familiares y se representan con trazos expresionistas, oscilando entre los autorretratos y la naturaleza intacta. El interés de Muzquiz por los bodegones holandeses y los artistas expresionistas abstractos como De Kooning es evidente. La teatralidad y la música son un aspecto esencial de su obra y las pinturas están ligadas a su arte performativo[1].
Frequent Visitors, su quinta exposición con Travesía Cuatro, también presenta obras de barro. Hay cerámicas funcionales -marcos y fuentes de agua- y un mural de azulejos vidriados, producido localmente en Guadalajara en Cerámica Suro. Estos azulejos se han dispuesto a lo largo de la galería creando un jardín interior. Algunas de las fuentes están construidas con cabezas de animales, son elementos de la naturaleza que evocan serenidad, fluctuando entre la figuración y la abstracción.
En un statement reciente, Muzquiz explica:
«En estos últimos años he estado pensando en cómo retratar la forma en que veo las cosas sencillas a mi manera. Una vez que hago un cuadro, puedo ver toda mi historia personal en la obra. Puedo ver mis primeros intereses en la literatura psicodélica, mis vestidos de Laura Ashley fluyendo por mi etapa gótica romántica del instituto. Los vestidos victorianos de cuello alto combinaban perfectamente con el delineador negro y las medias negras rasgadas. Las ansiedades que sentía por ser aceptada por mis padres se mantienen en mi trazo, una pequeña pausa antes de seguir adelante. Siempre me atraían las cosas equivocadas, sentía que era vergonzoso que me gustara lo que hacía todo el mundo. Jackson Pollock me parecía guapo, pero en cuanto a la pintura me parecía mucho mejor la de su mujer, Lee Krasner. Me ponía delante de los cuadros de Rothko intentando sentir algo profundo… Todo el mundo decía que eran espirituales, pero a mí no me pasaba nada.
Una vez vi una exposición de (el difunto pintor italiano Gino) De Dominicis. Hizo una serie de esculturas de personas invisibles. Hay zapatos vacíos colocados justo debajo de un sombrero colgante inclinado que cuelga del techo. Las personas invisibles están en diferentes poses expuestas en pedestales. Había una espiritualidad en ello porque cuestionaba tu fe. Sentir ese temor cada vez que haces un gesto que es personal y está a punto de revelarse, fuera de ti, es en realidad lo que es la fe: por lo tanto, algo espiritual.
Mi madre nos llevaba en aventuras cuando éramos niños, le encantaban los cerros de Chihuahua y nos llevaba a las cuevas de las Barrancas del Cobre a moler maíz y a aprender de la tribu. Nos llevaba a los parques temáticos de Los Ángeles: Ranging Waters y Knotts Berry Farm. Mi padre nos llevaba a restaurantes de carne y a pescar en Baja California. Todas esas experiencias están en cada gesto que sale en el material de esta obra. La exposición trata del pasado y de cómo vuelve constantemente en la memoria física».
[1] Su reputación internacional como artista de performance se consolidó como una de las mitades del grupo musical y artístico Los Super Elegantes, que co-fundó con el argentino Martiniano López Crozet en la década de 1990.