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  • Mateo López
Madrid, España
N+1
12 sep 2019 - 1 nov 2019
Mateo López. N+1. 17 Sept 2019 - 15 Nov 2019 Vista de instalación.
Mateo López. N+1. 17 Sept 2019 - 15 Nov 2019 Vista de instalación.
Mateo López. N+1. 17 Sept 2019 - 15 Nov 2019 Vista de instalación.
Mateo López. N+1. 17 Sept 2019 - 15 Nov 2019 Vista de instalación.
Mateo López. N+1. 17 Sept 2019 - 15 Nov 2019 Vista de instalación.

En 1905 Albert Einstein publicó su Teoría de la Relatividad, revolucionando el pensamiento científico del siglo XX y desencadenando la búsqueda de otras formas de representación en el campo del arte, de la cual surgieron movimientos de vanguardia como el Futurismo, Constructivismo, Neo-Plasticismo, Vkhutemas o Bauhaus. Movimientos todos ellos que comparten el deseo de encontrar una dimensión ulterior. El poeta húngaro Charles Sirató consideró que todas las manifestaciones artísticas de la época eran ramificaciones del mismo movimiento, el Dimensionismo, y en 1936 firma el Manifiesto Dimensionista junto a otros artistas, adaptando la fórmula matemática N+1 para enunciar un continuum espacio-temporal, un cambio de formato de lo lineal al plano (2D), a lo dimensional (3D) y un paso mas allá (+1) a lo cinético o al movimiento. Mateo López toma prestada la fórmula N+1 para titular su tercera exposición en Travesía Cuatro, que engloba precisamente su interés por esa ‘otra dimensión’ que exploraban los movimientos y escuelas del s. XX, y que él aplica en su trabajo mediante el diálogo y la colaboración entre disciplinas artísticas. La exposición está compuesta por tres piezas, todas ellas tituladas N+1, aunque toda la propuesta podría considerarse como una obra de arte total que incluye dibujo, escultura y performance.

Nada más entrar en la sala de exposición, nos encontramos con una escultura diseñada como una estructura modular que se ajusta al espacio, y cuya forma y tamaño puede ir transformándose con el tiempo. Está formada por varas de madera de nogal y piezas de aluminio que funcionan como ensambles o articulaciones, apuntando siempre en tres direcciones: ancho, largo y alto, como un sistema de coordenadas espaciales.La fabricación de las partes, madera y metal, se ha hecho a medida por productores locales pues no existen en el mercado. De las varas horizontales cuelgan patrones de lona de algodón en treinta colores diferentes. Telas como planos de color que nos recuerdan a banderas, patrones de ropa o pinturas abstractas tipoHard-edge. Funcionan como dibujos a doble cara y fueron creadas de manera aleatoria, con lápiz, regla y tijeras.

López lleva tiempo ahondando en el terreno del objeto de arte “con posibilidades”, como una herramienta para activar, manipular y entender el material, lo que le ha llevado a trabajar con materiales que pueden ser nobles, neutros o leves pero buscando cada vez mayor resistencia y que generen el mínimo desperdicio. Mientras que el papel permite generar espacios y crear una estructura envolvente al doblarse, la tela tiene un efecto escultórico natural pues se suspende y cae por su propio peso. Tiene una presencia más orgánica por lo que se genera otra relación con el cuerpo.

Una performance que activa la escultura en diferentes momentos a lo largo de la exposición añade una nueva dimensión cinética a la obra. En ella, dos bailarines interpretan palabras y frases impresas en serigrafía sobre las telas. Cada texto corresponde a una instrucción para realizar un movimiento corporal o sonido, que convierten la escultura en una escenografía para una pieza de improvisación y entronca así con la tradición neoconcreta brasileña de la ‘obra abierta’, entregándola al azar. Al darle autonomía a la obra de arte, así como algún tipo de participación al espectador, la experiencia artística no se limita únicamente al objeto, sino que se expande al momento de encuentro entre la pieza y el participante, generando un espacio intermedio de subversión.

Las instrucciones y onomatopeyas que leemos sobre las telas son fruto de una colaboración con el bailarín y coreógrafo australiano Lee Serle – con quien López ha trabajado en varios proyectos recientes – en la que los dos artistas intercambiaron apuntes de sus respectivos cuadernos. Estas nociones de pluralidad y colaboración forman parte integral de la obra de Mateo López, que sumadas a su observación del movimiento corporal, demuestran un interés por el estado fluctuante de las cosas y la posibilidad de cambio, algo intrínseco en su condición de artista colombiano, que como muchos artistas de su generación, ha desarrollado su carrera reflexionando sobre las fallas sociopolíticas en Colombia.

En palabras del artista: Una forma de reparar el tejido social es con confianza hacia el otro. Este es un diálogo horizontal que se puede lograr a través del trabajo artístico, desarmando los estereotipos del objeto artístico, invitando a su activación y participación. Creo que el artista puede romper los límites a través de la extensión de sus prácticas e impregnar otras formas de pensamiento. Los artistas son ciudadanos y pueden abordar cuestiones de igualdad, diversidad, género, a través de la colaboración. Necesitamos cambiar el discurso del compromiso político singular al compromiso plural a través de la empatía y el respeto.

La segunda parte de la exposición es una serie de veinticuatro obras entre el dibujo arquitectónico y el collage, compuestas de recortes de papel, fragmentos de texto e imágenes extraídos de libros. Son en realidad materiales sobrantes de otros ejercicios de creación como dibujos y maquetas, negativos de todo lo que recorta y que guarda en una caja en su estudio en cuya tapa se lee: The waste of my time. Una vez que decide reutilizar estos materiales, las composiciones se crean pegando unos pedazos a otros, tratando de que coincidan las líneas de corte, como si fuera un rompecabezas en el que el vacío se convierte en un elemento más de la composición. Este movimiento se realiza como si de un ejercicio de improvisación musical se tratara, un ejercicio placentero en el que se hace sin pensar mucho y en ese hacer, algo sucede.

El dibujo ocurre antes, durante y después en los proyectos de Mateo López. Es parte de una gestualidad performativa en su reciente investigación plástica, en la que también encontramos una voluntad de reciclar y editar materiales e ideas que van pasando de un proyecto a otro. De igual manera, sus obras se caracterizan por ser parte de un proceso, como si cada una de ellas fuera un ejercicio de experimentación que precede al siguiente paso. Precisamente estos collages se convirtieron en bocetos para la escultura N+1. A su vez, el proyecto en Travesía Cuatro sirve como un ensayo para la performance Parque Industrialque se presentará este otoño en Bodega Piloto, un espacio cultural que trata de rehabilitar la Zona Industrial Histórica de Bogotá, proyectada por Le Corbusier en 1953 como parte de su conocido Plan Piloto para Bogotá.

La exposición desvela lo que Lygia Clark afirmaba contundentemente: “la obra es el acto en sí”. De la misma manera que Clark, las formas y elementos usados por Mateo López no elucidan un comienzo o un final, un adentro y un afuera, sino que coexisten de manera fluida lejos de categorizaciones absolutas. Esto quiere decir que cada pieza está en constante creación dependiendo de la interacción con cada individuo. Por tanto, la obra se mantiene en un constante vaivén de posibilidades.